Soy Luis Crespo.
Como quizá ya sabe el lector, estoy estudiando un doble grado en física y matemáticas en la Universidad de Cantabria. Tal vez os preguntéis como he llegado a estudiar dos grados a la vez, y la explicación la daré ahora.
Todo empezó en junio de este año, cuando hice la selectividad. Yo sabía que existía una carrera de "doble grado" en la Universidad de Cantabria, a la cual me gustaría ir, pero solo entraban 12 personas y la nota de corte del año anterior era un 11,13. Antes de la PAU estaba bastante seguro de que superaría esa nota, cuando salí del último examen estaba más seguro aún y cuando una semana más tarde vi mi fulgurante 12,65 ya no podía estar más seguro. Así que me preinscribí al doble grado, poniendo como segunda opción Matemáticas.
La decepción vino cuando, ya en julio y estando en Tailandia (ya os explicaré por qué), le eché un vistazo a la página donde hablaba de mi preinscripción y vi que estaba en el puesto 20... 8 posiciones por debajo del corte.
Ahora bien, yo nunca pierdo la esperanza, y después de la sorpresa inicial decidí esperar a ver si la situación cambiaba. En efecto, subí del puesto 20 al 16 pero ahí acabó la cosa. Así que en septiembre empecé haciendo el grado en matemáticas, en el que sí que entré, además, en el primer puesto.
Y la sorpresa mayor llegó en octubre, cuando me anunciaron que había un puesto libre en el doble grado. Después de pensármelo unas horas (no me dieron más tiempo) me matriculé. Dudaba si podría recuperar lo que se había dado en las primeras tres semanas, pero al final lo recuperé.
Esto es un ejemplo de cómo con perseverancia todo puede arreglarse. De hecho, la perseverancia es una de mis virtudes: aunque después de un fracaso lo vea al principio todo mal, al final acabo recuperando el ánimo.
Como quizá ya sabe el lector, estoy estudiando un doble grado en física y matemáticas en la Universidad de Cantabria. Tal vez os preguntéis como he llegado a estudiar dos grados a la vez, y la explicación la daré ahora.
Todo empezó en junio de este año, cuando hice la selectividad. Yo sabía que existía una carrera de "doble grado" en la Universidad de Cantabria, a la cual me gustaría ir, pero solo entraban 12 personas y la nota de corte del año anterior era un 11,13. Antes de la PAU estaba bastante seguro de que superaría esa nota, cuando salí del último examen estaba más seguro aún y cuando una semana más tarde vi mi fulgurante 12,65 ya no podía estar más seguro. Así que me preinscribí al doble grado, poniendo como segunda opción Matemáticas.
La decepción vino cuando, ya en julio y estando en Tailandia (ya os explicaré por qué), le eché un vistazo a la página donde hablaba de mi preinscripción y vi que estaba en el puesto 20... 8 posiciones por debajo del corte.
Ahora bien, yo nunca pierdo la esperanza, y después de la sorpresa inicial decidí esperar a ver si la situación cambiaba. En efecto, subí del puesto 20 al 16 pero ahí acabó la cosa. Así que en septiembre empecé haciendo el grado en matemáticas, en el que sí que entré, además, en el primer puesto.
Y la sorpresa mayor llegó en octubre, cuando me anunciaron que había un puesto libre en el doble grado. Después de pensármelo unas horas (no me dieron más tiempo) me matriculé. Dudaba si podría recuperar lo que se había dado en las primeras tres semanas, pero al final lo recuperé.
Esto es un ejemplo de cómo con perseverancia todo puede arreglarse. De hecho, la perseverancia es una de mis virtudes: aunque después de un fracaso lo vea al principio todo mal, al final acabo recuperando el ánimo.
